lunes, 8 de febrero de 2010

Las ATTIAS en revista Gente




LAS ATTIAS
“Para crecer no necesitamos escàndalos, porque tenemos talento”


Emilia, la menor y màs exitosa de las hermanas, està de vacaciones con su marido. Agustina, una de las melli, actùa en la obra de Florencia de la V con el Turco, su cuñado. Aquì, y por primera vez, juntas una nota. Hablan de todo: infancia, adolescencia, amores, trabajo... “Siempre fuimos muy unidas y no queremos perder eso”, coinciden.


Mientras Emilia pela cebollas, sus ojos verdes parecen dos esmeraldas colombianas. Asì, Vestida de entrecasa (shortcito de jean muy corto y musculosa blanca), sonrìe a la vez que controla que el agua para los ravioles rompa el hervor. Como corresponde, la salsa es bien casera. Va receta, anote: tres tomates al natural pelados y picados, una zanahoria, mezclar en la sartèn diez minutos, y despuès: sal, albahaca fresca, aceite de oliva y pimienta en grano. Un plato digno de la vera cucina italiana.

Pero esta casa, hoy convertida en restaurante, es muy especial. No està abierta al pùblico: sòlo para amigos, conocidos y, hoy, para GENTE, (¡gracias!). Con un aditamento de lujo: increìble vista al bosque, la montaña y el lago San Roque.
Comensales: Agustina, Emilia, el Turco Naim y Aron (15), un sobrino mùsico recièn llegado de Brasil, donde vive con sus padres. Ademàs, hay mùsica: suena Mi Gin Tonic, versiòn de la banda de El Turco. Cuando llega la fuente de ravioles, aplausos. “Querìa amasarlos yo misma, pero no tengo la màquina. Quedan prometidos para la pròxima”, jura Emilia.

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–¿Este rito familiar es cotidiano, Agustina?
–Vengo casi todos los dìas, para tomar unos mates o almorzar. Despuès de tantas horas en el teatro, està bueno tener este refugio. Con Emi y el Turco nos llevamos muy bien y nos queremos mucho.

–¿Còmo es trabajar con tu cuñado?
–Un placer. Sabe un montòn, y sus consejos nunca son crìticas: son para mi bien. Ademàs, es el encargado de alimentarnos a todos. ¡En su camarìn hay chocolates y gaseosas a rolete!
Emilia: ¡Contà tambièn que hay Cinzano y vino tinto! ¡No lo cubras tanto!

–¿Què pensàs de esta dupla marido-hermana, Emi?
–¡Es espectacular! Siempre voy al teatro a ver al Turco, y ahora èl està en un cuarto y ella en otro. Digo cuartos porque no son camarines: son como las habitaciones de mi casa... Porque estamos en familia.

–A propòsito, ¿es casualidad que cuatro de los cinco hermanos Attias (Bàrbara y Gonzalo, ademàs de ustedes) se dediquen a la actuaciòn?
Emilia: Es raro, porque antes que nosotros nunca hubo un actor en la familia. Mamà fue ama de casa hasta que crecimos, y despuès puso una inmobiliaria. Y papà es militar retirado.

–¿Còmo se explica esta vocaciòn comùn entre ustedes, entonces?
Emilia: Todo se lo debemos a la forma en que nos criaron: con absoluta libertad, siempre con la oportunidad de elegir lo que querìamos. Algo muy poco comùn.
Agustina: Nuestros padres nos apoyaron en todo, y muchas veces fueron nuestros mayores còmplices. Las dos, junto con mamà, pegàbamos cintas en todo el techo, y Gonzalo (21), Emilia (22), Bàrbara (25) y yo nos disfrazàbamos, inventàbamos coreografìas, bailàbamos... ¡Eramos una banda!

–¿Mamà tambièn participaba a full, o lo hacìa a media màquina?
Emilia: No, se re enganchaba. ¡Era la màs divertida! Un dìa tenìamos que arreglar una tele; nos disfrazamos todos de gitanos y asì vestidos la llevamos al service. El tipo nos mirò con cara rara y no hubo forma de que aceptara el trabajo. ¡Creyò que era robado! Con esos juegos nos divertìamos mucho.

–¿Era habitual que salieran asì a la calle?
Agustina: ¡Todo el tiempo! Una vez me disfracè de Betty la Fea: estuve varias horas dando vueltas por la ciudad y hablando con un tono raro. ¡No te imaginàs la cara de la gente!
Emilia: Me acuerdo de que a los 17 años, con Violet, mi mejor amiga, nos disfrazamos de cartoneras. Salimos todas sucias, tapadas con una manta vieja y nos fuimos a caminar por Las Cañitas hablando en un idioma extranjero.

–¿Tambièn en los boliches?
Agustina: ¡Siìi! A veces se daba que conocìamos a alguien y le hablàbamos en “ruso”. “Reciè llegamos e la Rusia” (imita un raro español sin erres), les decìamos y los tipos picaban: “¡Che, Juan, venite que estoy con dos rusitas que estàn refuertes y no entienden nada de español!”. Al rato , despuès de contener la risa, finalmente confesàbamos el engaño.

–Parece que la actuaciòn es una vocaciòn innata en ustedes.
Emilia: Es verdad. Por ahì estàbamos tomando sol en casa, en la pileta, agarràbamos la filmadora y hacìamos una novela de màs de tres horas. Inventàbamos un personaje y lo actuàbamos de tal manera que muchas veces terminàbamos llorando de verdad.

–Y ahora, justamente, se ganan la vida con esto. ¿Son dos privilegiadas?
Emilia: Puede ser... Pero igual, siempre lo busquè. Empecè mi carrera a los 15 años como una chica sexy, sabiendo que eso me darìa la oportunidad de conocer a la persona justa para mostrarle mi otra faceta.

–Emilia, vos fuiste un poco la pionera. ¿Empezaste antes que tus hermanos?
–No, todos arrancamos a la misma edad. Y las tres hermanas, en la misma agencia. Todos estamos en esto menos la mayor, que es màs intelectual y le encanta escribir.
Agustina: Eso te demuestra que, en algùn punto, toda la familia tiene un costado artìstico. Algunos la escritura –como Luciana, nuestra otra hermana–, otros la mùsica y nosotras, la actuaciòn.

–¿Què te genera que Emilia sea la màs famosa?
–Nada, porque tengo bien en claro quièn soy y hacia dònde quiero ir. No me molesta ser la eterna “hermana de…”. Creo que si todo me hubiera pasado tan ràpido como a Emilia, no lo habrìa podido manejar. Es mejor que haya sucedido como sucediò.
Emilia: Nos damos consejos, pero siempre para ayudar. Vamos a todos los estrenos y estamos muy cerca de nuestras carreras. Siempre fuimos muy unidas y no queremos perder eso. Despuès, que la gente diga lo que quiera.

–¿Què dice la gente?
Emilia: Nos ven y comparan. Y eso no tiene nada, pero nada que ver con nosotras. No somos iguales, no competimos, no nos envidiamos.
Agustina: Tampoco nos peleamos, porque detestamos los escàndalos. A veces, para hacerme enojar, alguien me dice: “En tu familia vos sos el cuatro de copas”. Pero no entro en ese juego. Con su pan que se lo coman...

–¿No provocar escàndalos es natural o se esfuerzan para que no suceda?
Agustina: Desde muy chicas, nuestra familia nos inculcò los mismos valores: sabemos muy bien por què lado va la vida. Por eso no entiendo cuando nos agreden gratuitamente. En realidad, ni siquiera me molesta: me da pena por ellos.
Emilia: A mì nunca me gustaron las peleas, y menos hacerme conocida por un escàndalo. No necesitamos de esas armas, porque tenemos talento. Eso queda para los mediocres. Ademàs, cuando yo hacìa teatro de revistas, la cosa no era tan heavy.

–¿Ahora es màs complicado?
–Sin duda. Hoy, la tele està llena de programas de chimentos, que hacen conocer a la gente sòlo por sus peleas. Y claro, ¡las chicas se tiran con municiòn gruesa!

–¿Què piensan cuando ven esas peleas en pùblico?
Emilia: Nada. No me dan ni frìo ni calor; no tienen nada que ver conmigo.
Agustina: El problema es que la gente consume ese producto cada vez màs. ¡Què decadencia social! Prefiero que mi carrera vaya por otro lado, y sin tanto ruido.

–¿Por què no se les conocen escàndalos sentimentales?
Emilia: Tuve la suerte de enamorarme de una persona muy hermosa, y desde muy chica. No era una Susanita que soñaba con casarme y tener hijos, pero me llegò un amor tan fuerte que me dio vuelta la cabeza. Y jamàs mancharìa ese amor por un escàndalo mediàtico.
Agustina: Hace casi cinco años que estoy de novia con Diego, que trabaja de diseñador industrial, y ya planeamos vivir juntos. Pero es cierto, somos chapadas a la antigua: mujeres de un solo hombre... ¡y cero escàndalos!

–¿Les gustarìa trabajar juntas?
Emilia: Nos encantarìa. Siempre dije que serìa bueno hacer una obra con mis dos hermanas y con Gonzalo, que està arrancando. Y tambièn lo meterìa a mi marido. ¡Serìa la obra perfecta!

–¿Què harìan?
Agustina: En teatro, comedia. Serìa ideal, porque tenemos mucha quìmica. Podrìamos hacer una remake de Los Campanelli. ¡Serìa un èxito total! ¡Matarìamos!

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